Sin lugar a dudas, la última cena del Señor con sus discípulos fue un momento de encuentro y entrega en el que los signos y palabras llenaron los corazones de los 12 apóstoles. Tanta es la importancia que adquiere este momento, que el señor lo dejó plasmado para toda la eternidad, donde conociendo a cada uno de ellos y en especial sabiendo que sería entregado se entregó en cuerpo y alma por amor a cada uno de nosotros.
Como comunidad educativa pastoral, tuvimos la oportunidad de compartir un momento fraterno de la última cena el jueves 14 de abril, donde todos los signos nos permitieron evocar y poner en práctica el mandamiento nuevo «Amaos los unos a los otros». La Eucaristía nos permitió compartir en comunidades varios signos como el lavado de pies, donde la humildad de cada uno de nosotros nos permite ponernos al servicio de nuestro prójimo y que en la época de Jesús era un signo de cariño a los visitantes.
Para finalizar luego del momento de la comunión, con esperanza y el ánimo dispuesto para continuar celebrando los misterios de nuestra fe, el pan consagrado en la Eucaristía fue llevado en procesión en el Santísimo a la Capilla, donde permaneció hasta el Domingo de Pascua para resucitar en nuestros corazones.
- Fuente: Área de Comunicaciones
- Fotografías: Área de Comunicaciones
- Fundación Educacional La Milagrosa
